Me apoyo mucho en Vera, nuestra CPO en Abstracta, para cuestiones de liderazgo, resolución de conflictos y otros tipos de cosas. En medio de una de estas cuestiones, Vera logró hacerme reflexionar sobre algo preguntándome si sabía cómo alimentaban sus crías los pingüinos. Yo recordaba, de mis visitas al sur argentino, que los pingüinos suelen tener dos crías, y solo una sobrevive. Lo que no sabía es que esta “selección natural” está influenciada por los padres.
La forma en la que se produce una selección natural, en la que solo sobrevive la cría más fuerte, la que tiene más chance de salir adelante, es mediante la forma en la que las crías son alimentadas.
El padre o madre les trae la comida (no recuerdo cuál de los dos), se las muestra, y luego corre, y se la da al que llegue primero. Al siguiente día lo mismo, y así varios días. Seguramente al tercer o cuarto día el pingüino más débil muera de hambre.
Cuando uno trabaja con un equipo, muchas veces uno favorece más al que
muestra más ganas y mayor rendimiento, al que más pide la pelota. Si demuestra que puede resolver bien los problemas, uno comienza a confiar más en esa persona y así es como le da más atención, ya que uno ve un crecimiento claro en esa persona. Creo que hay algo hasta egoísta, de decir “yo ayudé a esa persona a que crezca”, y si es una persona que responde bien, más probabilidades voy a tener yo de lucirme como líder.
El desafío es no caer en la misma crueldad de la naturaleza de los pingüinos. No perder de vista que más allá de sacar adelante los proyectos, tener a los clientes conformes y generar excelentes resultados, parte de nuestra tarea (y al menos de lo que a mí me mueve) es lograr que todos avancen, progresen y crezcan.